Elden Ring, Sifu o Cuphead son ejemplos de videojuegos difíciles que abren un debate con dos posturas casi imposible de conciliar.  Por un lado están los que desean siempre un modo fácil para generar una mayor accesibilidad, para que todo el mundo pueda disfrutarlos y porqué, al final, el que quiera un reto siempre puede escoger el nivel normal o difícil. Pero el otro bando, contraataca argumentando que un nivel de dificultad más fácil compromete el espíritu del la obra. Es decir, un souls no puede ser fácil ya que sus mecánicas de combate sólo tienen sentido con una gran dificultad y, en realidad, la historia que ofrecen es una excusa al servicio de la continua superación del reto.

Sin ir más lejos, Horizon Forbidden West y Elden Ring representan estas dos posturas claramente. El primero tiene todos los niveles y ajustes de accesibilidad habidos por haber. Y es que en este caso el contenido, la historia manda y nada debería poder impedir a casi cualquier jugador disfrutar de ella. Pero en la última obra del controvertido Miyazaki es todoi lo contrario. Pasarlo mal en un mundo inhóspito a la par que bello es la esencia de un título que te invita a explorar pero en el que es muy complicado relajarse. Casi cualquier enemigo puede ser un reto y, si no estás dispuesto a morir centenares de veces, no es tu juego.

¿Pero eso ha sido siempre así? Compartimos un excelente vídeo realizado por Juan Arenas en Meristation, que nos arroja un poco de luz desde la perspectiva retro: